Marta y Pablo forman una pareja divertidísima donde las haya. Además, conocemos a gran parte de la familia de Marta, quien en alguna ocasión nos ha acompañado a alguna boda para ayudarnos, con lo que ella sabía bien lo que quería y eso era TODO.
Esta joven pareja decidió darse el ‘sí, quiero’ el 27 de julio de 2019 en una boda en la que, a grandes rasgos, podemos decir que no faltó un detalle.
La ceremonia tuvo lugar en la Iglesia de San Agustín, la cual estuvo decorada por La Buganvilla, un gran proveedor, que hace decoraciones florales preciosas. Como anécdota para contar: Pablo es profesor de música en un colegio, así que a la iglesia fueron algunos alumnos a recibirlo. Tengo que decir que al principio querían darle la sorpresa a su entrada en la iglesia, pero no se aguantaron y al verlo llegar, salieron corriendo a darle un gran abrazo; fue un momento muy emocionante.
Marta entró con una sonrisa de oreja a oreja, con su precioso ramo estilo silvestre, con astilbe, olivo y flores dando el toque de color, y un vestido muy elegante de Jesús Peiró de La Gioconda Novias junto al tocado de Mariuca.
A la llegada de los invitados a la iglesia, las amigas de Marta repartieron pañuelos para las lágrimas de felicidad, esos clínex que nos ayudan a secarnos las lagrimillas que se nos saltan en ceremonias emotivas, como iba a ser esta. Y para combatir el calor, repartieron también paipáis, que en un 27 de julio era importante e imprescindible.
Los novios encargaron dos ramos especiales, uno de calas para la Pollinica y otro de rosas amarillas para Santo Domingo, dos de sus hermandades y que por tradición las parejas suelen realizar esa ofrenda al contraer matrimonio.
A la salida, después de la entrega primera en la Pollinica, les esperaba una tuna que cantó algunas canciones, donde la pareja se puso a bailar, desvelando el gran día que les esperaba.
Seguidamente, el autobús recogió a los invitados para llevarlos a La Capilla del Señorío de Lepanto, donde iba a realizarse la celebración.
Como decoración de la boda en Señorío de Lepanto, Marta y Pablo querían que los invitados disfrutaran desde que llegaran al sitio y como comienzo se nos ocurrió entre todos poner unas pizarras con mensajes para dar ánimo a los invitados, mientras iban subiendo las escaleras de entrada que tiene el sitio. Mensajes como: ‘Las escaleras son duras, la recompensa fresquita’, ‘A ver cómo las bajas luego’, ‘El poder está en tu mente’… y así toda la subida. En mitad de las escaleras decidieron hacerles un regalo solidario a los invitados, en este caso unas pulseras preciosas hechas a mano haciendo una donación a AECC.
Nada más llegar arriba estaba la ansiosa recompensa, una bañera llena de quintos de cerveza y a la que llamaron ‘El rincón de mi padrino’. Justo al lado, pusieron sus iniciales iluminadas y el seating plan con lazos de color verde y amarillo, sus colores preferidos.
Toda la zona del cóctel estaba iluminada con una guirnalda de luces, puesta por Más que palets.
A Marta, que le encanta el pan, le hacía ilusión tener en su boda un rincón con diferentes panes y así fue. Ese rincón fue sorpresa para ella, se lo organizamos con la ayuda del catering Lepanto, por supuesto, y la verdad es que le sorprendió y disfrutó mucho.
También contaron con un grupo en el cóctel que tocaba versiones Funk, Soul, R&B, Swing… y que además uno de sus componentes conocía a Pablo, así que fue él el que se encargó de llevarlo.
Llegó la hora de entrar en el salón, imaginaros: todos los invitados dentro esperando a que entraran los novios. Para este momento Marta tenía una idea súper clara: entrar con la canción ‘I follow rivers”, pero una vez que llegaran a la mesa que le pusieran la canción ‘Calypso’ – Luis Fonsi, ya que ella quería subirse encima de la silla y bailarla. ¡Fue un momento muy divertido! Los invitados se unieron a bailar con ellos.
Los familiares de Marta son de Mena y algo típico cuando se reúnen en alguna fiesta es preparar leche de pantera, y así quisieron hacerlo en la boda. Llevaron todos los ingredientes y tres congregantes de la cofradía se encargaron de preparar un perol gigante de leche de pantera para repartirla durante la barra libre, con una canción clásica de Semana Santa.
Durante la cena, en resumen, podemos decir que hubo risas, miradas, bailes y regalos, así de ameno transcurrió todo. Su ramo de novia se lo entregó a su hermana, con la canción ‘Amasijo de huesos’, momento en el que alguna lagrimita que otra vimos.
Como regalo para los invitados, decidieron poner en la mesa un colgante personalizado para las chicas y un abridor para los chicos. Además, las mesas estaban personalizadas con nombres de cada una.
Para su baile decidieron bailar la canción ‘City of the stars’ de la preciosa película ‘La La Land’ y después solo quedaba pasárselo genial bailando.
Fue una boda preciosa, en la que disfrutaron como niños tanto los novios como los invitados y eso es lo bonito de esta profesión: ver sonrisas y más sonrisas y lágrimas de felicidad. En las fotografías podéis conseguir sentir esa felicidad, gracias a los grandes profesionales del equipo Cero 17 Photography, que hicieron un trabajo impecable y con muchísimo mimo.
¡Enhorabuena chicos!